Es esta una canción de la Ronda de Boltaña que me trae muy buenos recuerdos de otra época, de otra etapa de mi vida. La escuché muchas veces camino del rio Bellós a pescar o a recoger setas a Fanlo. Me gusta escucharla y cantarla; disfrutarla.
Disfruto con ella porque la historia no tiene desperdicio. Leer la letra; soñar sus metáforas. Me trae un olor tan fresco a albahaca y tierra mojada; un baile de verano en cualquier pueblo del pirineo aragonés: con su torre, su piedra, su higuera a la entrada, su encinar en la ladera....y sobre todo de calor de noche de julio; de porrón, de risa, de tronada, chupida y "corre corre que nos ponemos como cristos". En fin: La Bella desconocida.
Bailé con ella, no sé si en Puértolas,
en Sarvisé, tal vez, ¿o era en Guaso?
Sólo sé que no me acuerdo,
pero no puedo olvidarlo.
Recuerdo apenas la Luna pálida
tras una torre gris, gente bailando:
sólo lo que vi en sus ojos,
¿dónde más iba a mirar?
Sonar de gaitas y acordeón,
rumor de fiesta a nuestro alrededor:
el pasodoble hablaba de la albahaca,
pero ella olía aún mejor.
No sé por qué, cuando al fin marchó,
nadie dió un nombre ni lo preguntó.
¡Debía haber algún licor de olvido
en aquel porrón. Pasó la fiesta, cesó la música,
y sin decir adiós se fue el verano.
Yo también me fui sin verla,
al invierno desterrado.
En la ciudad soy igual que el náufrago
que en una isla está solo y penando:
¡Mal será que algún maciello
se me vaya a adelantar!
Me sé más mapas que "Robinsón":
La Fueva entera, Arcusa y Valle Vió.
Iré de fiesta en fiesta hasta encontrarla,
cuando me pongo ¡bueno soy yo!
Botellas con mensaje haré un montón,
pienso pedir mil veces y un millón
que le dediquen en Radio Sobrarbe
aquella canción.
Se van los años y yo buscándola,
aunque en la búsqueda algo he sacado:
sé charrar ya con soltura
chistavín y hasta fuevano.
Sé ir navata, chiretas sé guisar,
de Aínsa hablar fatal -o de Boltaña-
como si fuera un nativo
de uno u otro lugar.
Por cierto, ella no apareció;
debió estar cerca, pero se escapó.
Sobrarbe entero ha bailado en mi brazos,
y aún hubo alguna que repitió.
Soy sobrarbense ya, quieras que no:
si me la encuentro así de sopetón,
como un maciello beberé el olvido
de cualquier porrón.
en Sarvisé, tal vez, ¿o era en Guaso?
Sólo sé que no me acuerdo,
pero no puedo olvidarlo.
Recuerdo apenas la Luna pálida
tras una torre gris, gente bailando:
sólo lo que vi en sus ojos,
¿dónde más iba a mirar?
Sonar de gaitas y acordeón,
rumor de fiesta a nuestro alrededor:
el pasodoble hablaba de la albahaca,
pero ella olía aún mejor.
No sé por qué, cuando al fin marchó,
nadie dió un nombre ni lo preguntó.
¡Debía haber algún licor de olvido
en aquel porrón. Pasó la fiesta, cesó la música,
y sin decir adiós se fue el verano.
Yo también me fui sin verla,
al invierno desterrado.
En la ciudad soy igual que el náufrago
que en una isla está solo y penando:
¡Mal será que algún maciello
se me vaya a adelantar!
Me sé más mapas que "Robinsón":
La Fueva entera, Arcusa y Valle Vió.
Iré de fiesta en fiesta hasta encontrarla,
cuando me pongo ¡bueno soy yo!
Botellas con mensaje haré un montón,
pienso pedir mil veces y un millón
que le dediquen en Radio Sobrarbe
aquella canción.
Se van los años y yo buscándola,
aunque en la búsqueda algo he sacado:
sé charrar ya con soltura
chistavín y hasta fuevano.
Sé ir navata, chiretas sé guisar,
de Aínsa hablar fatal -o de Boltaña-
como si fuera un nativo
de uno u otro lugar.
Por cierto, ella no apareció;
debió estar cerca, pero se escapó.
Sobrarbe entero ha bailado en mi brazos,
y aún hubo alguna que repitió.
Soy sobrarbense ya, quieras que no:
si me la encuentro así de sopetón,
como un maciello beberé el olvido
de cualquier porrón.
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