Yo no sé si se han dado cuenta
de que todo el que viene a esta tierra
llega con su patente de corso
cosida en el dorso de su chaqueta.
Organizan expolios certificados,
rubricados desde Madrid o Roma,
y en sus todoterrenos se llevan
toda cosa que no sea carcoma.
Claro que, luego, en museos y anticuarios
lejanísimos,
admiramos boquiabiertos
los trozos de esta tierra arrebatados.
Habrá que encofrar las costumbres, los ríos
las casas, los apellidos,
Habrá que ahondar las raíces
ramificarlas alrededor de los cimientos,
de los montes, de las piedras,
que estos corsos nos dejan con lo puesto,
si lo puesto a ellos no les queda.
Juan Carlos García Cazcarra
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