Me he derretido en las horas, dejando pasar todo hasta el momento de levantar mis pies al cielo y observarme al revés.
Oí un "tic" del reloj, el llanto visceral de una motocicleta pasando por la calle, una puerta cerrándose varios pisos más arriba.
El tiempo se detuvo y miré. Mis demonios habían vuelto.
Yo también estuve ahí, ví pasar las horas de su reloj, también era el mío... pero el tiempo también pasa, tampoco es eterno. Los demonios van y vienen, cuando tu los llamas, cuando tu los echas. Muchas veces nos sentimos mas seguros estando con ellos, es más cómodo, pero volar sintiendo libre es, sin duda, estar feliz.
ResponderEliminar