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martes, 15 de enero de 2013

Los astrólogos.

Los astrólogos.

MicrorelatoEl solsticio de verano marcaba la fecha en que los astrólogos se reunían en el ágora de Obmur. Interpretaban las doce casas zodiacales, el enlace entre los cuerpos celestes: el Sol, la Luna, las estrellas, los planetas; en fin, la esfera celeste en sí misma. A partir de los augurios que se establecían en estas asambleas, los políticos dictaban las leyes que debían regir Obmur hasta el siguiente solsticio, de tal forma que los astros fueran soberanos sobre sus habitantes. Oemolot, era el astrólogo más docto y viejo de todos ellos y mientras el hablaba, los demás platicaban sobre su didáctica y sobre sus pronósticos. Ese año, sin embargo, Oemolot estuvo callado, cabizbajo, reflexionando sobre algún arcano pensamiento. Cuando los astrólogos terminaron de hablar, vaticinando riqueza y porvenir a Obmur, Oemolot tomó la palabra: << Mortal como soy, sé que nazco para un día, pero cuando sigo la apretada multitud de las estrellas en su curso circular, mis pies ya no tocan la tierra; asciendo hasta el mismo Zeus para regalarme con ambrosía, el alimento de los dioses. >>. Se levantó y marcho cavilando calle abajo. Los astrólogos quedaron mudos por un instante. Fue un minuto insonoro, aletargado, gris; tras el cual, los astrólogos, como lobos hambrientos de carne, se disputaron el atril de Oemolot.

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