Aitip, una joven muchacha de generosos pechos y larga melena rubia, se acerco al oráculo a conocer su destino. Los sacerdotes utilizaron la aruspicia, la leconomancia y la libanomancia, aparte de otras muchas técnicas de adivinación para responder a todas sus preguntas. Poco a poco, Aitip fue descubriendo con quien se casaría, cuantos hijos tendría, cuando y de qué modo morirían sus padres y ella misma. Del mismo modo, se enteró como su hijo mayor, Oeset, caería preso en la más cruel de las prisiones. Solo hubo una pregunta de las formuladas por Aitip que quedo sin respuesta. Una pregunta a la que las pitonisas y los sacerdotes del templo, no supieron contestar, ya que las piedras, lo huesos, la sangre y el humo no tenían respuesta. La juvenil y cariñosa Aitip preguntó: ¿Quien soy ?, y el oráculo mostró el interior de Aitip: LA NADA.
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