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martes, 11 de septiembre de 2012

Continentes



Hace mucho escribí este poema  que reencuentro entre los papeles de una vieja caja. Me ha traido muchos recuerdos de algunos de los aragoneses que, desgraciadamente, ya no están entre nosotros. Bueno, aquí queda. Espero que os guste.
CONTINENTES

Si África no fuera un continente
seguramente sería una película de Buñuel
perdida en algún desván
y de la que Garci, como siempre,
nos enseñaría sus vísceras a través del agujero de la 2.
Si Europa no fuera un continente,
seguramente seria un calabozo a orillas del Ebro,
y del que Gistain, en su ciudad, nos contaría que
las paredes son demasiado húmedas o angostas.
Si Asia no fuera un continente,
doy por seguro que sería un cocktail molotov en manos
de algún niño bien en el 68 a las puertas del Loubre
y del que Tomeo, se olvidaría y marcharía a Cadaques
montado en su todo terreno vocabulario.
Si América no fuera un continente,
posiblemente fuera una botella de ron a medio beber
en manos de algún adolescente en Pso. Independencia
y al romperse contra el adoquín o la fachada del BBV
los posos dibujarían una pálida Australia,
con sus islas y todo.
 "Mapa nuevo y preciso del mundo", de Visscher, Nicolaes (1649-1702)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Rumbo a Obmur: EL mensajero



Como lo prometido es deuda, aquí os traigo el primero de los cuentos que conforman Rumbo a Obmur. Espero que os guste.
 
1.- El mensajero.

La noche devoraba el crepúsculo con ansia, así que el mensajero con rumbo a Obmur, extasiado del largo camino recorrido, acampó en el bosque junto a unas piedras que le sirvieron de refugio. No tardo en darse cuenta de que el frío, - la tarde ya entrada y agonizante de invierno así lo impuso - , apelmazaba sus dedos haciéndole sentir un dolor ajeno, de otro, como si en vez de uñas tuviera profundas grietas, trocitos de dolor uno junto al otro. Vio como se iban apagando las últimas ramas de la hoguera, sintió la nieve cubriendo sus pómulos, quieto, sosegado, arrastrando a su memoria todo lo que dejo atrás al partir: los depósitos de ternura de su esposa, las batallas triunfales de su pueblo, y la rojiza luz difuminada en lágrimas, que recordaba haber visto un instante antes de cerrar sus párpados. Y así paso las horas, - sumido en un magma líquido, en un lugar sin aristas, sin temblores ni fiestas, sin conciencia, sin sílabas, simple, perpetuo, azul -, hasta que en el último estertor, en el postrero aliento de vida, con su puñal, logro grabar el mensaje en la piedra, deseando, tal vez vanamente, que alguien lo leyera y descubriera, enterrado en el musgo, su logogrifo.